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La distribución de la música es tan antigua como la propia industria de la música. Incluso aquellas empresas que emitieron los propios billetes, utilizaron los servicios de impresión de puntajes y entrega a tiendas. Este era (y sigue siendo en este momento) el papel de los distribuidores: entregar música a las tiendas. Corto y sencillo.

El papel principal de los distribuidores se ha mantenido sin cambios durante más de un siglo, aunque sus modelos de negocio en funcionamiento han cambiado constantemente. Estos cambios han tenido un gran impacto en la industria de la música en general. Desde la «era de CD» de la década de 2000 hasta la «era de transmisión» que disfrutamos hoy.

En 2001, la industria discográfica era casi exclusivamente «física». Diecisiete años después, las ventas físicas representaron menos de 1/4 de todos los ingresos globales de grabación, con una participación que cayó al 10% cuando se trata de mercados digitales más avanzados. Esta regla no está exenta de excepciones, por ejemplo, en el mercado musical japonés, las ventas de CD aún prevalecen. Sin embargo, en general, la industria de la música ha adoptado el entorno digital.

En consecuencia, la mayoría de los distribuidores de música han pasado de ser gerentes de la cadena de suministro a proveedores de infraestructura digital y administradores de derechos. Es por eso que, para mayor claridad, dejaremos el matiz de la distribución física fuera del alcance de (por ahora) y en su lugar nos centraremos en el mercado digital.